Venezuela, ríos de gente

“País mío, quisiera
llevarte
una flor sorprendente”

Rafael Cadenas

El viernes 25 de enero las primeras planas de los periódicos españoles mostraban, cada uno desde su pagador, la cara de VenezuelaHartos del maniqueísmo político, leemos. También sus editoriales intentaban reflexionar sobre lo que pasa en Venezuela, pero esa otra realidad, la nuestra, les queda bastante lejos. 
Los políticos españoles buscan, una vez más, sacar provecho de la situación. La derecha, voraz, presiona en favor de la Asamblea Nacional, y la izquierda, que pena, sigue apoyando lo inaceptable.

Las redes sociales están facilitando que los discursos sean cada vez más vacíos y hasta ridículos. Los políticos se manifiestan por twitter y parece que en una pequeña pastillita quieren englobar toda la verdad de un país en crisis con una historia política compleja.

Se atreven a decir cosas como “A Trump y a sus aliados no les interesa la democracia y los derechos humanos en Venezuela, les interesa su petróleo…” Y yo me pregunto: ¿En qué cabeza cabe que no haya intereses políticos y económicos detrás de las palabras y las acciones de un ejecutivo como Donald Trump o cualquier otro que ocupe La Casa Blanca? O ¿Es que tú, Pablo Iglesias, no tienes o has tenido intereses en Venezuela?

Lentitud sagrada. Hemos dejado pasar los días desde un vasto olvido.
Nos anegó la indolencia. Entregamos las armas. El sitio duró poco.
Desheredados, el lugar se adueñó de nuestra historia.
La volvió espera.


Leo y las preguntas más simples se responden solas. Un guión, en el que sólo sorprende la actuación de la Asamblea Nacional y la del pueblo venezolano, quienes después de tantos meses de silencio, vuelven a salir a la calle con las pilas cargadas de asertividad.
El miércoles 23 de enero, mi sobrino me escribía emocionado: “Tía, por donde vayas son ríos de gente”. Ríos de gente, que hermoso.  Algo fluye en Venezuela.  Mi gran amiga que ha sufrido todos los improperios de este gobierno y más, me dice aún con una sonrisa enmarcada en una foto: “Todo ha sido pacífico amiga”. Y está feliz, porque esos ríos de gente buscan la paz.

La claridad rodea muestro letargo. 
Una calma nos encuentra. 
Las mareas tocan nuestras puertas
 para despertarnos.


Yo me pregunto: ¿Cómo se atreve a declarar el responsable de una confrontación bélica con Ucrania que teme “un baño de sangre” en Venezuela? ¿Un baño de sangre? ¿Sabe Putin los índices de homicidios que hay en la capital de Venezuela? ¿Sabe ese político que los venezolanos que salen a la calle no tiene nada que perder? Sabe que ya lo perdieron todo. Sí, claro que lo sabe. Claro que conoce de primera mano la realidad venezolana, pero nadie lo ha interpelado para preguntarle: ¿Qué interés tiene Rusia sobre Venezuela? 
La prudencia de Europa también entra en el juego. La disyuntiva de quién convoca elecciones añade un matiz a la paleta de colores que sólo crea confusión. ¿Es que la Unión Europea cree que los venezolanos confiamos en un Consejo Nacional Electoral presidido por el oficialismo? Es el momento de ser contundente, y si realmente se está trabajando para el beneficio de los venezolanos, darle el poder al Presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, es la clave. ¿O es que los venezolanos hemos podido ejercer el derecho universal al sufragio dignamente el 20 de mayo del 2018? La respuesta es brevísima. NO.
No hay lugar para más reflexión. Es el momento de actuar. Pero, no esperemos que sea Guaidó ese líder iluminado que nos lleve a todos por el sendero hasta la salida. Somos nosotros quienes conocemos el camino. No olvidemos que la memoria del político es dúctil. Hay que recordarles para quién actúan y lo que queremos.  ¿Acaso conoce el político el sentimiento de pérdida que tenemos los venezolanos?

Juntos somos anteriores a nosotros.

Para que nuestros ojos sean claros hay exilios.

Queremos recuperar la República de Venezuela, respetar y conmemorar el pensamiento de Bolívar, sí, pero no manosear su legado. Yo tengo un deseo, que sonará risible en este momento, pero yo quiero otra vez ser venezolana de la República de Venezuela, y olvidar ese “Bolivariana” como una fe de errata en un capítulo de un libro que no quiero volver a leer. Porque los venezolanos  no queremos más adoctrinamiento, no queremos que en los comunicados del consulado nos saluden “camarada”; queremos recuperar nuestro espacio territorial y también la posibilidad de ir a nuestro país cuando queramos. Sin miedo.

Cada uno de los venezolanos tiene un deseo, un íntimo deseo que se manifiesta en esta posibilidad de cambio. Unos querrán seguir bebiendo de una comodidad antes desconocida. La gran mayoría tendrá otros deseos, tal vez unos volver a casa, o que nuestros familiares tengan acceso a las medicinas que necesitan, derecho a un trabajo sin tener el carnet de un partido, derecho a los artículos de primera necesidad sin un carnet de un partido, derecho a la gasolina sin tener carnet de un partido, derecho al voto sin tener carnet de un partido… Otros, simplemente quieren comer.

Resulta que esos ríos de gente no vamos hacia un baño de sangre, esos ríos de gente vamos hacia un cambio y tenemos una oportunidad que no vamos a dejar pasar. En criollo: no vamos a pelar ese boche.
Se acabó el carnaval y aunque los políticos no se quitarán las máscaras, nosotros, los ciudadanos de a pie, sí. ¿Guerra fría, guerra civil? La hipocresía y la ironía pasa de ser maquiavélica a macabra, porque la verdad es que a nadie de los que está en el poder mostrará los intereses reales que tiene sobre ese riquísimo espacio territorial llamado Venezuela. Nosotros sí.

Dentro de toda esta incertidumbre, hay que aferrarse a las certezas. Mi mayor temor es que no pase nada. Mi mayor deseo que Venezuela recupere su dignidad. Ya sé que nunca volveré al país que dejé, pero quiero pensar que habrá un proceso de reconstrucción donde todos podremos participar para sacarle una sonrisa de resiliencia a un lugar que puede volver a florecer. Quiero pensar que aprenderemos, que dentro de cuarenta años no se repetirá  la historia.
La clave no está en la ONU, no está en EE.UU, no está en Cuba, ni en Rusia, ni en China. Está en cada uno de los venezolanos que queremos el cambio. Como decía mi padre: “el mejor candidato eres tú”.

¡Cuánto hemos andado!
Nuestros sentidos se enriquecieron con extrañas donaciones.
Allí la tierra nos permitía ser. 
Nuestra memoria, antes adueñada, dejó de escoltarnos.


*Fragmentos de poemas de Rafael Cadenas de los textos Una isla, escritos a su regreso de Trinidad en 1958 donde estuvo exiliado por la dictadura de Perez Jiménez. 

*Fotos de Andrea Figueira

3 comentarios en «Venezuela, ríos de gente»

  1. Gracias Irma por manifestar tus sentimientos de forma tan rotunda. Gracias. Ojalá que esos ríos de gentes ilusionadas, tras las angustias vividas, lleguen a ese destino, LA PAZ imprescindible.

  2. Segujmos con interés todo lo que pasa en Venezuela, preocupados sabiendo que las familias de amigos y viejos conocidos están allí.
    Pero sentíamos que nos faltaban elementos para analizar lo que allí pasa. Teniamos sospechas de que nada es tan sencillo como algunos intentan hacer creer. Tus palabras nos confirman que así es.

    Besitos Irma
    M. Jose, Joan, Marc i Pol

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