“La barbarie no tiene justificación”
Care Santos en El aire que respiras
Ya está aquí La Mercé, fiestas que cada año nos ayudan a sobrellevar la vuelta al cole y el cambio de estación.
Barcelona se viste de teatro, música y eventos culturales que llenan de entusiasmo a sus habitantes y visitantes.
Nuestra tradición de joven familia es pasar un día entero en el Castillo de Montjüic, disfrutando de los espectáculos que allí se representan: ver el tradicional Cabaret de Circ, pasar por el Racó Poètic, refugiarte en el Bosc… Cada año gozamos de este espacio, pero este año ha sido realmente especial.
Nuestro hijo pregunta para qué hay cañones allí, ¿dónde están los caballeros? O si saldrá algún dragón escondido en los calabozos de aquel imponente castillo. Nos inventamos historias fantásticas, nos dejamos llevar por nuestra imaginación, buscando siempre dejar claro que las espadas se usan cuando no se sabe dialogar. Intentamos definir a los caballeros como personajes cultos, guerreros que luchan por el bienestar común, que sólo usan sus armas cuando los dragones no saben entender y se devoran a la gente.
Cada vez se hace más complicado y difícil explicar lo inexplicable. Razonar sobre la supuesta nobleza de quienes ejecutan el poder. Se hace difícil porque no se nos olvida la tortura, la crueldad, el miedo. Nos las recuerdan cada vez que hay oportunidad, con los procedimientos ilegales, que algunos de nuestros gobernantes, ponen en marcha para callar la voluntad de la personas.
Éste año fue especial porque vimos espectáculos maravillosos, de los cuales me gustaría detenerme a hablar, pero no voy a hacer crítica teatral, esta vez prefiero celebrar que disfrutamos de un día lleno de genios que reparten con su oficio humor y picardía.
Lo especial de este año es poder reírse en el Castillo de Montjuic. Reírse y disfrutar cuando sabes que tu abuelo fue torturado dentro de esas paredes es reivindicar la alegría. Es un acto poderoso.
Celebro que éste espacio haya sido una vez más el lugar para reunirse, jugar, compartir. Ver espectáculos que tonifican el sentido del humor, agudizan nuestra capacidad para soñar y nos ayudan a seguir avanzando hacia una sociedad más humana, más reflexiva, más libre.